[…] y al pedirle unas declaraciones sobre lo que allí estaba pasando, nos explicó, no de muy buenas maneras, que los que se encontraban participando en el seminario «pueden ampararse en las libertades que quieran, pero ellos hacen rituales satánicos, de sangre y otras barbaridades que han hecho y que nos conducen a un mundo precristiano y pagano en el que los niños y otras personas inocentes eran ofrecidos a los demonios. Pretenden normalizar eso amparándose en un derecho que no tienen. Invocar a Satanás y a los demonios es algo muy grave».
David Cuevas, Los sin rostro, Barcelona, Ediciones Luciérnaga, 2021, parte II, capítulo 18, página 254.