Las víctimas son conscientes con bastante frecuencia de que hay una presencia, pero no hay pistas sensoriales específicas. Esta presencia que no se ve y no se oye no se percibe en base a inferirla, sino que se siente de manera palpable.
David J. Hufford, El terror que acecha en la noche en la traducción de Jordi Copano, Salamanca, Reediciones Anómalas, 2020, páginas 65-66.
Quienes dicen que el ataque es un «sueño», aunque están seguros de que estuvieron despiertos durante el incidente, están usando una analogía que tiene dos ventajas […] Si las reacciones son de incredulidad o negativas, el hablante puede dejar que la naturaleza caótica e irreal de los sueños se sobreentiendan como parte de su significado. Si, por otro lado, el interlocutor responde de manera empática y comprensiva, el hablante puede mostrar gradualmente detalles más íntimos.
David J. Hufford, El terror que acecha en la noche en la traducción de Jordi Copano, Salamanca, Reediciones Anómalas, 2020, página 100.