[…] y al pedirle unas declaraciones sobre lo que allí estaba pasando, nos explicó, no de muy buenas maneras, que los que se encontraban participando en el seminario «pueden ampararse en las libertades que quieran, pero ellos hacen rituales satánicos, de sangre y otras barbaridades que han hecho y que nos conducen a un mundo precristiano y pagano en el que los niños y otras personas inocentes eran ofrecidos a los demonios.
Categoría: humanidades
Berlín Alexanderplatz
Utilizamos la telegrafía sin hilos. Mediante transmisores mecánicos, producimos, en grandes estaciones, corrientes alternas de alta frecuencia. Mediante las oscilaciones de un circuito, creamos ondas eléctricas. Las oscilaciones se propagan esféricamente. Y luego hay un tubo electrónico de cristal y un micrófono, cuyo disco vibra más o menos, y de esa forma el sonido sale exactamente como entró en la máquina, y resulta sorprendente, inteligente e ingenioso.
Fungus: El rei dels Pirineus
–¿Ho veus? Tu no tens aquestes idees perquè estàs oprimit: estàs oprimit perquè tens aquestes idees.
Albert Sánchez Piñol, Fungus: El rei dels Pirineus, Barcelona, La Campana, 2018, página 21.
Veia en Ric-Ric a cavall d’un monstre i es deia que potser tots els reis, tots els governants i dignitaris, en el fons, no eren més que uns tarambanes com en Ric-Ric, tocats amb corona en lloc de barret de bombí, que devien el seu poder només a la imbecil·litat monstruosa dels seus súbdits.
It (Eso)
El glamour, les dijo, era el nombre gaélico de la criatura que estaba asolando Derry […] Los indios de las llanuras lo llamaban manitú; a veces tomaba la forma de un puma, un alce o un águila […] Los himalayos le llamaban tallus o taelus; era un ser mágico y maligno que podía leer los pensamientos y asumir la forma de aquello que uno más temía.
Pregunta: ¿qué hacer para no perder el tiempo?
Pregunta: ¿qué hacer para no perder el tiempo?
Respuesta: sentirlo en toda su lentitud.
Medios: pasarse los días en la antesala de un dentista en una silla inconfortable; vivir el domingo en el balcón, por la tarde; oír conferencias en una lengua que no se conoce; escoger los itinerarios del tren más largos y menos cómodos y viajar de pie, naturalmente; hacer la cola en las taquillas de los espectáculos, sin perder su puesto, etc.,
Ahora los hijos de Pinto…
[…] huyendo toda la noche con él a través de diez kilómetros de selva. Al amanecer sintió morir al teniente, pero no quiso dejarlo en el suelo y continuó a cuestas con el cadáver hasta alcanzar la base. El teniente era muy joven, y Pinto pensó que a su madre le gustaría enterrarlo en Portugal.
El terror que acecha en la noche
Las víctimas son conscientes con bastante frecuencia de que hay una presencia, pero no hay pistas sensoriales específicas. Esta presencia que no se ve y no se oye no se percibe en base a inferirla, sino que se siente de manera palpable.
David J. Hufford, El terror que acecha en la noche en la traducción de Jordi Copano, Salamanca, Reediciones Anómalas, 2020, páginas 65-66.